Dispersión y características
Las Piedras Sagradas atesoran tradiciones populares ancestrales, que han perdurado prácticamente hasta nuestros días, aunque en la actualidad corren importantes riesgos de desaparecer para siempre.
Dentro del extenso territorio extremeño, la dispersión de las Piedras Sacras ofrece su propia personalidad, pues se concentran mayoritariamente en las áreas graníticas.
En Extremadura, destacamos el predominio de las 63 peñas resbaladeras localizadas, un 29%, casi un tercio del total, seguidas de 40 altares, un 18%, de 20 pareidolias, una 9,8%, y de 19 peñas con huellas míticas, otro 9% del total. Estos tres tipos suponen casi dos terceras partes del total, pues ninguno de los tipos restantes se aproxima al 10%. Por orden decreciente, hay que señalar 19 peñas y menhires fálicos, un 8,8%, 13 peñas numínicas, un 6% y 13 peñas trono, otro 6%. Los restantes tipos están escasamente representados: 7 peñas sonoras, un 3%, 7 peñas propiciatorias, otro 3%, aunque varias son dudosas, y finalmente 5 peñas solares, 4 peñas oscilantes y 1 lecho rupestre que suponen, respectivamente, el 2%, 1,9% y 0,5% del total.
Esta cuantificación de las peñas sacras en Extremadura ofrece un panorama coherente y cuyo interés es evidente, pues revela las principales preocupaciones de las poblaciones que utilizaron estos ritos ancestrales desde época prehistórica. Eran ritos básicamente de fecundidad (46%), de veneración (29%) y de sacrificio (20%), ritos que paulatinamente se cristianizaron y pasaron a ermitas e iglesias rurales. Sin embargo, sorprende la ausencia de ritos curativos, que apenas están representados por el lecho rupestre de Ceclavín, lo que contrasta con otras regiones, como Galicia, Bretaña o Irlanda. Este hecho anómalo plantea que quizás los ritos curativos se practicaran predominantemente en otros lugares, como las fuentes, aunque es más probable que esta ausencia se deba a que no se han conservado o que no se han recogido cuando todavía se practicaban.
Las más de 200 peñas sacras identificadas por los autores representan un nuevo capítulo del Patrimonio de Extremadura, hasta ahora nunca valorado, a pesar de su importancia como nuevo recurso turístico, pues el paisaje extremeño ha favorecido la perduración de estas creencias del folklore popular en un medio ambiente de gran belleza habitualmente bien coservado. Las peñas sacras de Extremadura ofrecen tipos diversos, como altares, pareidolias, tronos, peñas con orientaciones topoastronómicas, peñas sonoras y peñas tan sorprendentes como el lecho rupestre de Ceclavín o las numerosas peñas resbaladeras, como la Piedra Refaliza de Usagre, a lo que se añaden mitos y leyendas de gran interés, por lo que siempre merecen una visita, que nunca decepciona.